Las relaciones entre la sociología y la Teología siempre han sido muy tensas. La mayoría de los sociólogos se han inclinado por negar la presencia divina y no querer ver en la religión más que una construcción humana. Sin embargo, lo cierto es que ninguna de estas dos importantes ramas del saber constituyen en sí mismas ciencias universalmente aceptadas. Es cierto que la existencia de Dios y la autenticidad de las relaciones religiosas no pueden demostrarse por el método científico; pero tampoco pueden refutarse a través de elucubraciones sociológicas. La fe en Jesús como Hijo de Dios es mucho más que un mero invento de la mente humana. El Dr. Antonio Cruz pasa revista en estas páginas a un decálogo de pensadores que han forjado los grandes mitos sociales del mundo moderno: Maquiavelo, Descartes, Hobbes, Locke, Rousseau, Hegel, Comte, Darwin, Marx y Freud. Y los analiza contrastándolos con la doctrina bíblica respectiva, sus principales postulados y afirmaciones, tales como: - El fin justifica los medios. - La mente del hombre es la fuente de toda verdad. - Los gobernantes deben tener poder absoluto sobre su pueblo. - La propiedad privada es tan sagrada como la vida humana. - El hombre es bueno por naturaleza. - La guerra es necesaria para el progreso de la humanidad. - Las personas modernas ya no necesitan a Dios. - Hemos evolucionado a partir de los animales. - Los pobres heredarán al final la tierra. La influencia que tales mitos tienen en el cristianismo de la época postmoderna y, en particular, sobre el protestantismo actual, ha dado lugar a ciertas desviaciones religiosas que exigen una reforma urgente. La lectura de este libro puede contribuir a la superación de tales comportamientos equivocados que se están produciendo en el seno de muchas congregaciones evangélicas, como consecuencia de la introducción de ideas agenas a la Biblia y de mitos propios de la cultura secular de nuestro tiempo. Esta obra es "pura dinamita". Con sus análisis penetrantes, cargados de profundo significado, hace saltar en pedazos muchos paradigmas tradicionales y equilibra el déficit sociológico de la literatura evangélica. Su lectura hará reflexionar al pueblo cristiano y ejercerá una influencia muy positiva en las próximas generaciones.