En busca de mi hogar

«Yo debería estar loco… o en la cárcel». Pero en vez de eso, Jim Daly, presidente y gerente en jefe de Enfoque en la familia, se las arregló para elevarse por encima de una espeluznante niñez que empezó en el suburbio Compton de Los Ángeles. En esta memoria profundamente personal, Daly revive los horrores que ningún niño debería soportar. Un homicidio espeluznante en el vecindario sirve como telón de fondo al abuso y el alcoholismo dentro de las cuatro paredes de su propia casa, un ciclo roto solo por el cáncer que lo deja sin madre. Huérfano a los doce años, de alguna manera se las arregló para captar suficientes vislumbres de la gracia como para saber que quería más, tanto de sí mismo como de un Dios que tenía que creer que existía.

Desde el 2005, Daly ha sido presidente y gerente en jefe de Enfoque en la familia, la organización evangélica fundada por el psicólogo infantil y activista republicano James Dobson. La familia de la niñez de Daly necesitaba con urgencia un enfoque: siendo el último de cinco hijos nacidos de padres alcohólicos y avejentados, el pequeño Jimmy supo lo que era el abandono de su padre, los arranques de cólera de su padrastro, la muerte de su madre y varios años con una familia adoptiva gloriosamente demente que vivía junto a su propio basurero personal. Al parecer evitó las palizas y el abuso sexual, aunque su alegre coautor rara vez penetra en las profundidades de la probable angustia de Daly. En lugar de retraerse, el joven adolescente desarrolló una filosofía pragmática de supervivencia: mantener bajas las expectativas. Así uno no sale lastimado. De alguna manera, a pesar de la indigencia y la falta de ingresos, se graduó de la universidad, estudió en el extranjero, se casó con una buena mujer, ascendió por la escalera profesional y, tristemente, todavía aconseja a aquellos con bajas expectativas.