La vida comunitaria en nuestra sociedad está en decadencia.
Nuestras comunidades se desintegran a medida que la pérdida del sentido en el trabajo y la ruptura de la familia nos hacen sentir ansiedad y soledad. De hecho, la mitad de los estadounidenses afirman sentirse solos a cada día que pasa. Nuestro discurso público es polarizado y beligerante. Las minorías étnicas se enfrentan a injusticias sistémicas y al temor siempre presente de la violencia y la deportación. Las desigualdades económicas van a más.
En este libro, el autor diagnostica la decadencia de nuestra sociedad como el fracaso de una historia concreta que nos hemos contado sobre nosotros mismos: la del liberalismo moderno. Nos muestra que la historia nos ha llevado a la pérdida colectiva de sentido, asombro y buen trabajo, y luego recupera estos tres factores afianzándolos en una historia diferente: la que se enraíza en la profunda tradición de la fe cristiana.
Nuestra historia no tiene por qué acabar en soledad y desesperanza. Hay motivos para tener esperanza, razones fundadas en una historia distinta y mejor. Este libro reclama una visión que no depende de los destinos de nuestras economías o de nuestras instituciones políticas, sino de nuestra ciudadanía en una ciudad celestial. Solo a través de esta visión (y de esa ciudadanía) podemos trabajar realmente juntos en busca del bien común.
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