La Verdad Inmutable

Muchos creyentes de habla inglesa utilizaron el nombre de el doctor durante muchos años para hablar de un médico en particular que llegó a ser predicador, convirtiéndose en uno de los principales representantes de la fe evangélica en la cultura británica de posguerra: el Dr. Martyn Lloyd-Jones. Su voz ha llegado hasta nuestros días por la transcripción de sus sermones y conferencias, que aún nos hablan con la fuerza de la Palabra de Dios, expuesta con singular claridad, en esa extraña combinación de mente y pasión, lógica y fuego, como le gustaba definir la predicación a este siervo del Evangelio.

Los libros de Lloyd-Jones han ido apareciendo de una forma más o menos intermitente en castellano desde los años setenta. No obstante, son pocos aún los títulos disponibles en nuestro idioma, y algunos ya difíciles de encontrar. Es por eso una buena noticia que Editorial Peregrino retome la obra del doctor, con una nueva serie de obras hasta ahora inéditas en nuestra lengua. La primera es el principio de esa trilogía recientemente publicada en inglés (ya que la mayor parte de sus libros han aparecido a título póstumo) dedicada a las Grandes Doctrinas de la fe cristiana, en la que el primer volumen trata el tema de Dios el Padre y Dios el Hijo (Moral de Calatrava, Ciudad Real, 2000, 439 pp.). La segunda es esta extraordinaria serie de conferencias sobre apologética, publicadas bajo el título genérico de La verdad inmutable.

Lo primero que nos sorprende de ambos títulos es que no se trata de la habitual serie de exposiciones que hizo Lloyd-Jones sobre algún libro o pasaje de la Biblia en particular, sino que ambos son estudios sobre temas que están más bien dentro del ámbito doctrinal, en este caso de la teología sistemática y la apologética. Las dos son en realidad colecciones de mensajes presentados oralmente, que no han sido escritos especialmente para ser publicados. La sorpresa aumenta cuando uno empieza a leer su contenido, ya que nos encontramos ante una concepción bastante diferente del estudio doctrinal al que estamos normalmente acostumbrados. El estilo es fresco y sencillo, lleno de calor y profundidad devocional. No son reflexiones intelectuales, sino meditaciones bíblicas, llenas de vida y aplicación personal. Cuando uno lee a Lloyd-Jones, es como si la teología sistemática dejará de ser una disciplina académica, y se convirtiera una experiencia vital. La apologética abandona sus razonamientos especulativos para volverse un mensaje profético en que una conferencia se torna en proclamación apasionada del Evangelio.

Estos últimos años se ha vuelto a vivir un cierto despertar del interés por la apologética. Esto no es algo nuevo, por supuesto. Pero la Iglesia sufre actualmente de una falta creciente de confianza en que haya razones para su fe. Como dice aquel coro, si creo en Dios, es porque lo siento cerca de mí. Para muchos cristianos no parece haber otra razón que la experimental para recomendar nuestra fe. La fe, sin embargo, sabemos que tiene razones. Se basa en fundamentos que no dependen de uno u otro sentimiento. Y esa es la explicación de la pasión que algunos sentimos por la apologética o defensa de nuestra fe.

Es cierto que algunos han hecho de su apologética tal filosofía que no hay quien entienda una palabra de las razones de su fe. ¡Extraña paradoja esta, que por explicar algo, lo hace más oscuro! Es importante por eso volver a relacionar la apologética con la evangelización. Y eso es lo que hace Lloyd-Jones en este impresionante librito que es La verdad inmutable. Estas conferencias, presentadas originalmente en la conocida Universidad Evangélica de Wheaton en EE.UU., son una poderosa presentación del Evangelio y las razones de nuestra fe en un mundo como el nuestro. A partir de la realidad del hombre, el doctor diagnostica su problema, enfrentándose al dilema entre sinceridad y verdad, concluyendo con la proclamación de la buena noticia. Todo ello en cinco charlas, que ahora conforman los capítulos de este libro.

Este es uno de esos escritos de Lloyd-Jones en que se ve con más claridad que su carrera originalmente era la de doctor en medicina. Abundan las ilustraciones sobre la salud y la enfermedad, ya que en esta obra el doctor desarrolla un típico razonamiento de diagnóstico. No obstante, como es habitual en él, no se trata de algo forzado, sino como un esquema de razonamiento que siempre lleva a una clara predicación del Evangelio. En este sentido, este no es un libro sobre la necesidad de la evangelización, sino una impresionante herramienta para evangelizar. El tema de esta obra es el Evangelio mismo.

Es curioso que en un país donde tanta necesidad hay de evangelización, haya tan poca literatura verdaderamente evangelística. Son escasos los títulos disponibles, y la mayor parte de ellos no son fáciles de utilizar. No es el caso de este libro. Es un volumen claro, pero no simplista. Breve, pero no superficial. Barato, pero con el precio correspondiente a un libro, no un folleto. Es bueno tener cosas cortas para poder dar y regalar extensivamente, pero a veces hace falta realmente un libro para ayudar a entender el Evangelio. Decimos que la gente no lee, y es cierto. Pero también es verdad que a los que leen, les gusta leer algo serio y profundo. Lo que no significa denso y farragoso, sino algo que haga pensar, que no sea superficial.

Este es un libro de claro contenido bíblico, pero donde la Biblia es dosificada sabiamente. Hay las citas justas, y se introducen naturalmente, como se hace con cualquier otro libro, con una breve referencia. Se utilizan también frases de otros pensadores, pero sobre todo se anima a pensar por uno mismo, a raíz de ciertas verdades claramente reveladas en la Escritura. El Evangelio se une así a la apologética en una increíble combinación. Espero que este libro nos estimule a una evangelización que dé verdadera razón de nuestra fe, y sea un verdadero instrumento para que otros lleguen a la fe.

José de Segovia Barrón