Usted desea servir a Dios con gracia y fortaleza, para reflejar a Cristo en sus palabras y acciones, pero nota constantemente la lucha para que esa visión se lleve a cabo en su caminar diario.
En esencia, cada una de nosotras es una "hermana torcida" con quien la carne y el espíritu batallan constantemente para tomar el control. Somos afligidas con esquizofrenia espiritual, la falta de conexión entre nuestros deseos de chicas buenas de poner a Jesús primero y nuestra realidad de chicas malas que llenan nuestros pensamientos y lo echan a un lado.
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