Muchos creyentes «de buena fe» -incluidos líderes y pastores- tienen el falso concepto de que la Psicología y la Teología son incompatibles. Hay quienes incluso consideran la Psicología como una ciencia «demoníaca», «algo en lo que no debemos creer», cuando en realidad el problema no es de creencia, sino de conocimiento; porque con esa manera de pensar, sin saberlo, están desacreditando el Evangelio como fuente de salud mental. No es de extrañar, entonces, que muchas almas dolientes que acuden a la Iglesia en busca de consejo se frustren y no vuelvan, porque desde el primer contacto han detectado que su pastor no sabe nada acerca de la personalidad y, por tanto, no es capaz de comprender sus problemas. Y es que la Psicología, como ciencia que analiza y estudia a través de métodos científicos las reacciones emocionales y los comportamientos humanos, tiene mucho que aportar a la Teología en su área de praxis, desarrollada precisamente en la pastoral. De hecho, no existe pastoral si no hay mutua colaboración entre ambas ciencias. Más aún, la auténtica pastoral cristiana debe ser el resultado de una integración coherente de las dos disciplinas, en la que las Escrituras pasen a ser la norma y el «control de calidad» para la aplicación de las nuevas teorías y descubrimientos psicológicos. Además, hoy más que nunca se hace necesaria la implantación en las iglesias de una consejería eficaz, capaz de conocer y distinguir las dolencias mentales de cuantos acuden en su ayuda y encontrar su correspondiente terapéutica desde una perspectiva pastoral. Aconsejamiento Pastoral ha sido pensado y escrito, pues, para suplir esta necesidad y ser utilizado como texto base de introducción a la Psicopatología en institutos y seminarios.