Todos anhelamos que nos vaya bien en la vida. Deseamos crecer, ampliarnos, alcanzar nuevos desafíos, desarrollar nuestro propio negocio, empresa, oficio, profesión. Y Dios anhela que esto sea realidad, pero para ello, deberá abandonar los pensamientos erróneos y dehacerse de mitos que lo mantienen en pobreza y escasez.
Dios no creó al hombre para luego olvidarse de él y dejarlo librado a su suerte. Él anhela lo mejor para su vida. No desea que padezca necesidad de ningún tipo, sino que sus años de vida resulten ser una experiencia de alegría, inmensa paz y suficiente provisión.
0
0 opiniones