DIÁLOGO SOBRE LA JUSTICIA Y LA PAZ es, en un sentido elevado y concreto, un comentario de aplicación práctica de las verdades perennes que nos comunican los textos bíblicos a un tema tan urgente y decisivo para nuestro mundo de hoy como es el de la justicia y la paz. Ante el temido choque de civilizaciones, la Biblia, Palabra escrita de Dios, clama a pueblos y culturas a recordarles que el camino es la justicia. Sin justicia no hay paz posible ni estable. (Is. 32: 17). La paz, el reposo y la seguridad «para siempre» sólo podrán fundamentarse en el ejercicio constante y concreto de la justicia. La injusticia y la desigualdad en cualquier orden —distribución de la tierra, de las riquezas, de las oportunidades, de los espacios— conlleva muerte, inestabilidad y caos. La vida es un imposible ético en el contexto de la injusticia. Por contra, la justicia, repele a la muerte. «En los caminos de la justicia no hay muerte» (Pr. 12: 28), sentencia lapidaria que bien harían los buscadores de justicia en considerar e incorporar a sus programas políticos y sociales. Teólogo, académico y filósofo de carrera, el autor no ahorra esfuerzos en extraer lo que la cultura occidental judeocristiana ha conceptualizado sobre el asunto y a su vez lo que la Palabra de Dios propone. Su notable dominio de los idiomas madre de la teología y de la ciencia le permite llegar a la fuente prístina de los términos bajo consideración, para luego elaborar sus planteamientos y propuestas prácticas a los contextos actuales en que el autor brega, a gran precio, a fin de proponer una salida. Su estilo es claro y comprensible, sin menosprecio de su valor académico. Planteados como lecciones a sus estudiantes en un curso de Dikelogía —la doctrina que trata de la justicia— en la Facultad de Filosofía de la universidad, sus DIÁLOGOS SOBRE LA JUSTICIA Y LA PAZ comienzan todos ellos con un llamamiento a las nuevas generaciones: «Jóvenes, hoy hablaremos…»; una expresión peculiar, que transmite con toda su fuerza el profundo sentimiento de esperanza que abriga en su corazón de que, en un futuro no lejano, a una nueva generación de jóvenes cristianos les corresponderá recordar al mundo que «en el camino de la justicia está la vida» y que vida es realización, dignificación, humanización y plenitud de valor.