No es el pánico o la ansiedad lo que me mueve, sino fe en las predicciones, en las profecías de la Palabra de Dios y en la revelación espiritual de esta palabra a mi espíritu. La pregunta que surge para muchos cristianos es: "¿Cómo nos preparamos para los eventos tumultuosos que vienen?" Muchos tienen seguro de incendio y de accidente y aún de su entierro, pero no están preparados para las pruebas que sobrevendrán sin aviso. Al fin al cabo, todo depende de nuestra fe y esa fe se sostiene en una RELACIÓN PERSONAL y DIARIA con el Señor teniendo cuentas cortas. Necesitamos PREPARARNOS PARA EL INVIERNO. No con miedo o ansiedad, sino motivados por la fe y la confianza en que Él, que ve y tienen cuidado de los pájaros, nos sostendrá y cuidará. No estemos ansiosos en cuanto al mañana, pero sí, vamos a prepararnos. Porque la ansiedad viene cuando no estamos preparados. Que no seamos sorprendidos durmiendo o desprevenidos, que Dios nos dé OÍDOS PARA OÍR, y corazones deispuestos a OBEDECER el claro llamado de la trompeta del Espíritu en estos últimos días. Pues Dios tiene un plan para salvaguardar su pueblo pero tenemos que levantarnos y poner ese plan en acción. No esperes a que venga la noche cuando nadie puede trabajar. No vayamos a postergar más. El Señor nos está avisando: "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mateo 26:41)
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