En la boca de Cristo, el "YO SOY" eterno, que se oyó en el Sinaí, se vuelve a escuchar. Sus "Yo soy" irrumpen en la vida de los hombres con una majestad pasmosa. Dios se ha acercado, el eco de su nombre todavía persiste. La cuestión es: ¿Podemos oírlo? El oído atento puede apreciar la voz del creador. Moisés la pudo oír. Ahora, a través de Cristo, Dios ha hablado a todo el género humano.
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