No puede haber mejor resumen sobre el propósito y contenido de esta obra singular que la que hace el propio autor en el prólogo:
«Este libro que publicamos con el título “La Biblia en el Quijote” fue engendrado así: A mediados del año 1955 se me pidió que preparara en Tánger una serie de conferencias sobre la Biblia. Con el afán de ofrecer algo nuevo a mis oyentes, incluí en esta serie una conferencia con el mismo título que lleva este libro. Debo confesar que por aquella época mis conocimientos de la novela de Cervantes eran muy reducidos. Como pude, pergeñé algunas citas bíblicas contenidas en el Quijote, y con esto y quince minutos de charla sobre la religiosidad de Cervantes, salí de apuros.
La novedad del tema hizo que mi auditorio quedara conforme; pero yo, no. Comprendí que no había dicho absolutamente nada, teniendo en cuenta lo mucho que sobre el tema podía decirse. Al día siguiente me visitó en mi despacho el entonces Delegado Internacional de la Sociedad Cervantina en Tánger; había asistido a mi charla y venía a animarme para que hiciese un estudio más amplio del tema.
Esto era lo único que yo necesitaba. Inmediatamente puse manos a la obra, leyendo y releyendo el texto del Quijote; cuanto más lo meditaba, tanto más me entusiasmaba su historia. En el curso de mis lecturas iba anotando cuidadosamente todas aquellas frases cuyo contenido me recordaba a la literatura bíblica, y una vez hecho esto me dediqué a estudiar lo que otros habían escrito sobre la materia, comprobando, con gran sorpresa por mi parte, la ausencia de un estudio completo dedicado a la influencia de la ciencia bíblica en el Quijote, en particular, y en la obra de Cervantes, en general.
El trabajo me ha resultado agradable y lo he hecho con verdadero gusto. Me ha producido satisfacción el comprobar por mí mismo las huellas profundas que la Biblia dejó en el alma de nuestro escritor insigne. Señalar este aspecto de la cultura de Cervantes es esgrimir -–creo yo– un valioso argumento en favor de la sentida espiritualidad y religiosidad de Cervantes. Y, aunque otros lo hayan hecho antes que yo, insistir sobre el papel preponderante que tuvo la Biblia en la concepción y confección del Quijote».
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