Los textos de la torah se traducían sin soporte escrito, verso a verso, para el pueblo que asistía al oficio sinagogal. En la traducción targúmica se señalan tras características: oral, popular y litúrgica. Estas tres notas se aprecian en las recensiones de Nofiti y Pseudo-Jonatán que presentamos en traducción española. Estas recensiones son ya un producto literario que tiene una larga historia detrás. Lo que empezó como una traducción poco menos que improvisada, siguiendo a la lectura de cada versículo bíblico, terminó siendo una reescritura bíblica con inserciones no bíblicas de diverso género, traducciones dobles, expansiones e ilustraciones de la haggadah, la halakah, la liturgia o el folclore popular.
El paso del estado oral al literario tiene que ver con la evolución del meturgeman, de simple traductor a experto en las Escrituras. El contexto creacional pasó al Bet ha-Midras, donde se preparaban las lecturas, la traducción y la predicación de la sesión litúrgica. Con razón se ha dicho que la literatura targúmica se levanta sobre los dos pilares de la sociedad postbíblica judía: la sinagoga y el Bet ha-Midras, la liturgia y la academia. Nuestros targumin son una literatura preparada para el oficio litúrgico sinagogal.
Un rasgo peculiar de la traducción targúmica es su consideración como Torah oral; por tanto, siempre actualizable para los diversos tiempos, circunstancias y públicos. De ahí la característica de traducciones diversas, ampliaciones diferentes, terminología y lenguajes distintos, incluso dentro de la misma recensión. Con acierto se ha comparado el estudio de esta literatura con la investigación de un tel, donde se han de descubrir, describir y datar los diversos estratos.
El Targum palestinense siempre mantiene el atractivo de un género popular, una Biblia reescrita y adaptada para el pueblo hasta en las inserciones más amplias, escrita además en una lengua que era la popular e incluso con el desenfado que podía permitirse una traducción que no llegó a reconocerse como oficial.
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