¿Cómo podían fracasar? El pueblo de Dios estaba por recibir la fortuna más grande de su vida como nación. Sólo tenían que efectuar un corto viaje de once días para llegar a la tierra que Dios les había prometido y empezar a gozar de sus bendiciones.
No obstante, el tiempo se prolongó. Los once días se convirtieron en muchos más, hasta sumar cuarenta años. Toda esa generación, exceptuando a dos de sus líderes, murió en el desierto sin ver su sueño hecho realidad.
¿Qué fue lo que sucedió? Conforme al libro de Números, lo que pasó en el desierto resultó ser uno de los capítulos más tristes en la historia de Israel. En vez de confiar en Dios y en las promesas que les había hecho, se volvieron incrédulos e inconformes. Por eso, tuvieron que ser castigados en lugar de recibir las misericordias que él había planeado darles.
La falta de fe y la desobediencia siempre traen consecuencias funestas. Sin embargo, Dios sigue fiel a los ofrecimientos hechos a su pueblo. Estas dos verdades siguen siendo tan ciertas hoy como en los tiempos de Moisés. El ejemplo del fracaso de Israel en el desierto debe enseñarnos a confiar en Dios y acatar su Palabra.
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