La soberanía de Dios se echa de ver por toda la Biblia, pero es especialmente evidente en ciertos libros. Esdras y Ester son dos casos que ilustran este punto en forma muy extraordinaria.
En Esdras el nombre de Jehová se resalta, y hay vínculos claros entre su nombre y su soberanía (Esdras 1:1). El pasaje aludido dice: "despertó Jehová el espíritu de Ciro el rey de Persia". Este acto soberano se llevó a cabo para cumplir con la profecía de Jeremías 25:12. Dios predice una cosa y después actúa en los asuntos de los hombres para que se cumpla al pie de la letra.
En el libro de Ester, que ni siquiera menciona el nombre de Dios, la manifestación de su soberanía es tan abrumadora que ha dejado callados a los que critican su inclusión en el canón de las Sagradas Escrituras. Dios colocó a Ester como reina para intervenir a favor de todos los judíos, y cierta noche le quitó el sueño a Asuero para comenzar el proceso de liberación de su pueblo escogido.
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