En la década de los años sesenta después de Cristo, el apóstol Pablo dejó a Timoteo, su discípulo y compañero en la labor misionera, como pastor en Efeso, ciudad donde había graves problemas. Durante todo su ministerio, timoteo había contado con la supervisión, ejemplo y apoyo del apóstol Pablo. Sin embargo, esta carta fue enviada desde la prisión en Roma y contenía la noticia de que el apóstol estaba por terminar su jornada en este tierra y sentía que su amado colega no tenía todavía las características personales que se requerían para confrontar los problemas en Efeso. En esta carta, el avezado misionero insta a Timoteo a hacer frente a la tarea a pesar de sus debilidades, del duro trabajo que requería y los peligros que lo amenazaban. Además, lo instruye diciéndole dónde debe buscar la motivación, la fuerza y los recursos necesarios para cumplir su difícil ministerio.
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