El plan de Dios para hacer discípulos no comenzó cuando Jesucristo dio la Gran Comisión a sus seguidores, sino con la experiencia del Aposento Alto, donde les dijo que debían amarse unos a otros. En este libro encontrará la perspectiva completa del Nuevo Testamento acerca de este tema. El plan de Dios es que el cuerpo de creyentes dando amor a los demás, llegue a ser una comunidad en donde tanto el testimonio personal como la predicación evangelística, sean altamente efectivos.
Aquí podrá encontrar la forma de obtener verdadera unidad y frutos, tanto en su vida personal como en la de su iglesia.
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